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La hora de la verdad: el principio

Manuel Lira


El periodo de aislamiento recomendado por las autoridades de salud para combatir el COVID-19 empieza a levantarse para permitir que algunas actividades comiencen a reactivarse y, con ellas, se tenga, aunque de manera lenta, movimiento en la economía

Ha llegado la hora de la verdad. El momento en el que considero que las empresas mostrarán de manera práctica lo que manifestaron durante la pandemia. Es el momento en el que las acciones deberán entrar en sincronía con las palabras.

Estoy convencido que las acciones que a partir de ahora realicen la mayoría de las empresas estarán a la altura de sus discursos. Dejarán las palabras para pasar a la acción verdadera. Será pues, la mayor muestra de compromiso de las empresas con la sociedad. Podrán garantizar una trayectoria sostenible en el tiempo.


Tristemente, como en todo, habrá algunas empresas que no seguirán este camino. Veremos que les depara el futuro.

Habrá que hacer un análisis muy detallado para establecer objetivos al corto y mediano plazo. El largo plazo, tendrá que esperar. Hay que recuperar lo antes posible el daño causado por la pandemia.

Aquí es donde las empresas tienen el gran reto. El discurso se encuentra con los resultados exigidos por los accionistas, o sea, las utilidades. Por ningún motivo sostengo que obtener utilidades sea malo. Por el contrario, mi reflexión es en el sentido de disminuir la velocidad y nivel de utilidades para darle entrada a una nueva forma en la que se comportarán los negocios. Sobre todo hoy que las palabras expresadas por las empresas atienden a un sentido más humano sobre el económico.

En todo caso, será un momento muy complicado para todas las empresas.


Los consumidores o clientes, tendremos el papel fundamental. La pandemia nos ha hecho más exigentes con lo que queremos, con la calidad de los bienes que buscamos y el servicio que recibimos. Sin lugar a duda habrá una aplicación del gasto mucho más consciente, razonado. Nos basaremos en la real necesidad. Son tiempos de cautela económica.

En este ecosistema no podemos dejar de lado a los gobiernos. Su papel es el de permitir que tanto las empresas como los consumidores tengan las condiciones suficientes que les permitan transitar del aislamiento a la recuperación. Ellos, los gobiernos, también han expresado discursos alentadores y de solidaridad. Será su momento también.

Confío en que, aunque lento, si todos actuamos de acuerdo con nuestro discurso de optimismo, el resultado será positivo. La sociedad en su conjunto se mostrará más humana, integrada, empática y cooperativa.


 
 
 

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